Ana,
Me acuerdo mucho de ti.
Supongo que, con los años, uno empieza a buscar más verdad en lo que hace y en lo que siente… y tú siempre fuiste eso: verdad.
Nos contagiaste tus ganas de vivir como pocas personas saben hacerlo.
Este año, esa forma tuya de enfrentarte a la vida me ha acompañado más de lo que imaginaba.
Nos enseñan, de una manera u otra, a prepararnos para la muerte,
pero nadie nos enseña a vivir sabiendo que casi nos hemos muerto.
Ya te he contado alguna vez lo duro que ha sido verme en ese punto.
Y, aun sin estar físicamente, has estado presente.
En el ánimo, en la fuerza, en ese impulso que me ha empujado a seguir.
Vivo también por ti,
y por los que ya no están.
Porque sé con total certeza que tú, de haber tenido una oportunidad más, la habrías aprovechado al máximo.
A veces me pregunto por qué nos cuesta tanto valorar lo que tenemos cuando lo tenemos.
Por qué el miedo pesa más que la certeza.
Por qué la vida es, en ocasiones, tan injusta.
Preguntas sin respuesta clara… o con respuestas que quizá no queremos ver.
Lo que sí sé es que sigues formando parte de mi vida.
No desde el recuerdo triste, sino desde la huella real que dejaste.
Gracias, Ana. Por todo.
Te llevo conmigo. Siempre.
Tu amiga Adriana
Marce García
Gracias, Adriana. Cad instante el que Ana está en vuestra memoria, en vuestros recuerdos, en esas palabras y mensajes…Cada vez, la acercais un paso, desde esa distancia, infinitamente inaccesible e íntima, en que se encuentra desde hace 7 miilones de años. Un abrazo de TU amiga.