Hay momentos en que parece que sucedió anteayer y sin embargo hace al menos cuatro mil años de tu forzada ausencia, omnipresente, a añosinluz de distancia.

Una mochila cargada de un hueco de peso descomunal, hace muy dificil avanzar en esta pedregosa cuesta arriba permanente que no conduce a cumbre alguna, sino a ese hoyo de profundidad abismal que desde hace una década nos acompaña. Desafortunadamente era verdad: ¡el infierno existe e insiste!

He aprendido muy poco, en toda esta vida que triplica ya la tuya en duración y torpeza.

Aun así, sé que, en algún otro universo, otra tu misma, en este preci/o/so instante estás llamando pesado a ese otro yo padre…y un rato después, madrugando, salgo para ir a buscarte a la plaza justo antes del amanecer. Hay alguna ven t Ana, hoy desconocida, que conduce a ese espaciotiempo ignoto.

También sé ahora, que la tristeza con su carga negativa, repele todo lo positivo y tan solo atrae la nada, la soledad, el abandono y el olvido.

Definitivamente y sin vuelta atrás, te lo prometo Ana, te lo prometo Marta…te lo prometo: permanente desconocido del espejo.

Abriré la Ven t Ana y gritaré: ES HORA DE!!!!

De volver a lo más parecido posible a una vida, que, de tu mano tiene sentido, propósito y tanto futuro como el maldito reloj quiera. De dar gracias por tus veinte-mil años. Hora de labrar ese futuro en que tu memoria no caduca. De aprender de ti, de tus ganas de vivir, de no tirar la toalla, aunque tu vida fuera la más difícil imaginable y sobre aprehender tu filosofía: GOLIVE!

Siempre sintigo, vas permanentemente a mi lado.

Te quiero tanto que para facilitarte la llegada abro la Ven t Ana, enciendo la luz y me asomo, para enviarte un beso y otear tu llegada, buscar tu sonrisa y anhelar tus abrazos, atento a un horizonte distante y difuso por tanta sinti-niebla. Ven t Ana, ven, te espero…te desespero.