A los 7 un susto enorme en  forma de trágico accidente de tráfico marcó su futuro, aunque entonces no lo sabíamos.

La vida continuó entre risas, abrazos, juegos, aviones, celebraciones y velas de cumpleaños. Recorrimos juntos Media Europa, múltiples rutas en USA, Africa, norte y Sur, Caribe, Mediterráneo, un pie en Asia y Oriente Medio.

A los 14 una cruel llamada telefónica cambió su vida, nuestras vidas: «Sarcoma de Ewing». Ana empezó una dura batalla de 6 años. Consiguió alguna victoria y escasas treguas breves. Pudo incluso ir a la Universidad y vivir su corto sueño de vida independiente en otra ciudad.

Peleó con todas sus fuerzas, determinación y mentalidad positiva, pero, digan lo que digan, eso no es suficiente, cuando el monstruo es enorme e invencible… y , tristemente, su historia terminó a los 20, de la peor forma posible. 

Ana nos dejó un hueco imposible de asumir y a todos una preciosa lección de vida: sal ahí fuera, y vive.