Los que me conocéis sabéis que Ana era una parte esencial de mi vida. Que la vi crecer, adoraba estar con ella, reírnos, jugar cuando era pequeña o pintarnos las uñas juntas cuando era mayor. Llamarla pingo mariano y hacerle bromas. Y que ella me llamara Willy Wanderkerkof, y se riera a carcajadas cuando se me caían los cereales por toda la maleta. Que me enseñara a pintarme la raya del ojo o sus piques cuando le rapeábamos que «Si Anita te vacila tú te calla’ y lo asimila'». Y me encantaba cuando me hacía chantaje emocional para que jugara con ella (aunque no hiciera falta), o se inventaba reglas para ganar cualquier juego. O cuando preguntaba inocente por qué no le ponían tiritas al Cristo, que estaba sangrando. Cuando me agarraba del pantalón y me decía «Usía amo a calle» para salir a jugar, o se reía de mis vaqueros del ‘mollete’. Cuando me traía un regalo de todos sus viajes o cuando yo le decía que para comer me quería sentar «lo más lejos de Ana posible» pero siempre nos sentábamos juntas.

Sería difícil explicar cómo era a aquellos que no la conocíais, porque era tan auténtica, inteligente, cariñosa, fuerte y carismática que todo lo que pueda decir de ella se quedaría corto.

Sacó fuerzas de no sabemos dónde para levantarse de la cama algunos días. Para salir, para experimentar, para seguir VIVIENDO en medio de una enfermedad horrible que la estaba consumiendo por dentro.

Pero ella, tendríais que haberla visto, un día que se encontraba un poco bien sacaba el rímel del neceser -los cuatro o cinco, que siempre usaba varios- se ponía el mejor modelo, se pintaba las uñas y salía con una sonrisa a la calle. Y así lo hizo hasta el final, en medio de toda nuestra estupefacción, y la de los médicos, porque nadie entendía de dónde sacaba las fuerzas para vivir.

El único consuelo que me queda es que ahora ya no sufre, pero para los que nos quedamos aquí, vivir sin ella es una agonía. Nunca jamás había sentido tanta tristeza, tantas ganas de llorar.
Una de las últimas cosas que me escribió fue: «Te quiero hoy, ayer y mañana y todos los días aunque no te lo diga expresamente». Y yo, prima falsa favorita, y yo. ❤ Hoy, ayer y siempre. ❤