- Mapi, ¿me vienes a buscar donde siempre? Me da pena hacerte levantar a estas horas!
- No te preocupes. Estaba despierto y…ya sabes que no soy buen «dormidor»…Dame unos minutos, cariño, te aviso en cuanto suba al coche. Estima que hacia las seis menos cuarto estoy ahí.
Ana, sigo des-esperando sin esperanza un nuevo WhatsApp. Ni siquiera he dado de baja tu teléfono. Sí, ¡claro que estoy mal de la cabeza!
Hace una eternidad que no voy a buscarte de madrugada a Santo Domingo, ni al Infantado, ni a la calle Mayor…
Hace otra que no escucho esa mirada fresca, tras una sonrisa que me acaricia mientras me dices que estás cansada y me cuentas tu noche, pongo la mano en tu regazo, me hablas sin parar de tus sentimientos y, al llegar a casa, en lugar de acostarte, me dices “¿por qué no nos preparamos un buen desayuno? Y, sentados nos pasamos un tiempo varado en el tiempo, escuchándote, y siento que es una de las mejores mañanas de mi vida…
Una de estas noches me acercaré a la plaza, a ver si hay suerte y… Y…con unas lágrimas me vale. Tal vez más algunos suspiros que parecen balas, una puñalada de ausencia y la triste imagen del sonido de los pasos de tu recuerdo, surgiendo en una plaza que se iluminaba a tu paso.
Te voy queriendo aún más a cuatro días del permanente fin de la primavera. ANIv3ersario.
Ruth Anderson
Marcelino, this is so beautifully put. Yes, I understand that waiting for a WhatsApp from Ana and not wanting to cancel her phone number. After my brother passed and for the next six months, every time the phone rang, his first thought was, «I wonder if that’s David [his son] calling.» I loved reading about your picking her up and hearing all about her evening and just enjoying that time together. What a loving, caring, giving, generous father you have been to her! What a vivacious person she was, so full of life!
Thinking of you and Ana always ❤️especially today. Love Losciale family ❤️
❤️