Vísperas de un sábado, pasado mediados de Noviembre, un lustro y casi cinco meses tras el big crunch

Ya en Noviembre, otro año que se escurre, pero, no sin antes pasar por el amenazantemente próximo dia dieciocho, ese que debió ser de celebraciones y que va a por la media docena de lacerantes ausencias.

Hace ahora veintiseis circunvalaciones a nuestra estrella, fue el gran día, llegaste, te llevabamos esperando algunos años …y nueve meses más.

Llegaste en brazos de una enfermera a la que no se si saludé, pero, seguro que no ví. Acurrucada en silencio llenaste la habitación con tu presencia diminuta. La mañana era soleada, no hacía frío, me llamó la atención tu cabecita blanca. Yo pensaba, no, no es posible, eso es un mito estúpido en el que no voy caer: mi vida no puede cambiar de rumbo porque haya llegado una criatura. Pero allí, en Honduras, Madrid, en aquella media mañana supe que desde entonces tenía una misión por encima de cualquier otra en la vida, acompañarte, ofrecerte mi mano, ser tu padre. Un poco más tarde, dolorida, pues en esto de la paternidad, quien realmente lo sufre y pone todo en el asador, es el lado femenino, llegó tu madre. Con una sonrisa tan amplia, que apenas pasaba por el umbral de la puerta, te observó, te tomó en brazos con destreza de profesional en neonatología y ni aquel beso sonoro te despertó. Tarde de famiia, visitas, regalos, flores y amigos. Se inauguró aquella mañana del dieciocho de noviembre de mil novecientos noventa y siete la mejor etapa posible en nuestra existencia, de pronto uno más uno sumábamos un clan, un futuro, un nuevo árbol genealógico lleno de futuro, esperanza e ilusión. Nuestra historia como familia se puso en marcha.

Dos décadas, así de fugaz. Siendo más de la mitad de la segunda un camino siempre al borde de Damocles.

Si ya sé, tendría que ser más positivo, centrarme en lo bueno, mantener tan solo los miles de buenos recuerdos, dar gracias por todo lo que nos has dado y nos sigues dando. Aún hoy, tras pasar por la guillotina, no cambiaría esta vida horrible por otra en que nunca hubieras estado.

Marce, ya vale, ¡ya está bien de duelo!…

Claro, seguro que así debería ser… y, además el ciego tendría que disfrutar de la vista del mar desde la atalaya de las montañas, y el tetraplégico ascender por las escaleras para llegar al magnífico Monasterio en Petra y …

Hay tantas cosas que deberían ser y ni fueron, ni son ni es muy probable que lleguen a serlo.

Tu padre