En primer lugar quiero agradecer a tus padres, Marce y Marta, y a ti por compartir con nosotros cada año que cumplías. Llegábamos yo y mis tres hermanas como terremotos a Guadalajara, contemplando misteriosas la «huella de los globos» que tus padres dejaban.
Eras como una pequeña estrellita que nos observaba al llegar, con tanto «escándalo» que montábamos. Y puedo recodar a la perfección esa mirada tuya, inocente y llena de luz con la que esperabas desde la entrada de casa. Poco ratito después, ya en confianza, nos guiabas al rededor de toda la casa, jugábamos al escondite y algún susto que otro nos llevábamos…que carcajadas soltabas…
La despedida de tus fiestas de cumpleaños eran tristes pues, aunque eras bien pequeña, hacías que nos sintiéramos como en casa, y siempre fue especial para nosotras pasar contigo muchos de tus cumpleaños.
Te echamos de menos, Ana, y recordamos aquellos días en que nos reuníamos, en familia y con amigos. Cuando brillabas cada vez que reías al cruzar susurros con tu padre o compartías para todos alguna anécdota con tu madre.
Te queremos